Por Alvaro Urkiza, redacción Todosurf.com
Una de las razones del atractivo del surf es su entorno y lugares donde se practica. Costa en todo su esplendor, playas, points, ensenadas, bocas de río… El contacto con la naturaleza es total y nos vemos envueltos en su energía.
El sol y su calor y luz son una agradable sensación entre las olas pero también un factor de riesgo que debemos tener en cuenta. Son muchas horas al año expuestos a su radiación y, aún mas en lugares cálidos, por lo que protegernos adecuadamente es fundamental.
Hidratarse bien y no exponerse demasiado a los rayos solares se complementa con la elección y buen uso de una crema protectora adecuada. Os compartimos a continuación 5 claves a tener muy en cuenta a la hora de disfrutar del surf sin sufrir problemas de piel debido al astro rey.
El fototipo es importante, ya que es el perfil de la persona que define cómo va a responder frente a la exposición al sol. Los dermatólogos han determinado seis fototipos básicos:
Fototipo I: piel muy clara, de color blanco-lechoso, con pecas, ojos azules y pelirrojos, que se quema fácilmente, nunca se broncea y es muy sensible al sol.
Fototipo II: piel blanca y pecas, pelo rubio y ojos azules; se quema con facilidad y casi no se broncea.
Fototipo III: piel blanca, con el color de ojos azul, verde, miel o castaño y pelo de distintas tonalidades de marrón; se quema y se broncea de forma moderada.
Fototipo IV: piel ligeramente amarronada, con pelo y ojos oscuros; se quema poco y se broncea con facilidad y de inmediato al exponerse al sol.
Fototipo V: piel oscura; es raro que se queme, se broncea con facilidad y de manera inmediata al exponerse al sol.
Fototipo VI: piel negra; nunca se quema y siempre presenta reacción de pigmentación inmediata.
Cada fototipo precisa de una crema distinta con un factor de protección diferente según la época del año y el nivel de insolación diario. Por ejemplo, las personas de los fototipos I y II precisarán protección solar todo el año, especialmente en la cara, nuca y orejas, mientras que las del fototipo III la precisará a partir de primavera y en los primeros meses de otoño.
El factor de protección solar (FPS) es una clasificación que sirve para calcular el tiempo que nuestra piel puede estar expuesta a la radiación solar sin quemarse. Por ejemplo, las personas de los fototipos I y II tardan de dos a 3 minutos en quemarse. Una crema de FPS de 10, les hará resistir sin lesiones cutáneas entre 20 y 30 minutos (2 o 3 x 10).
Si el factor es 15, aguantarán entre 30 y 45 minutos (2 o 3 x 15). Una persona del fototipo III aguanta aproximadamente diez minutos sin quemarse, por lo que una crema de 15 le permitirá estar protegida durante unas tres horas. Para aguantar el mismo rato, una persona del fototipo I o II deberá aplicarse protección 50, y ni aún así le llegará (3 x 50 = 150 minutos, menos de tres horas), por lo que deberá reducir su tiempo de exposición si no quiere quemarse.
Una persona del fototipo IV, quizás el más normal en el área mediterránea, puede aguantar unos 30 minutos al sol moderado sin quemarse. En teoría le bastaría con cremas con FPS de 10 para poder pasar hasta cinco horas bajo el sol en pleno verano. Pero la cosa no es tan sencilla y aunque no se quemase, esta persona podría sufrir una insolación severa o un golpe de calor, ya que son demasiadas horas bajo los rayos solares.
Por lo tanto el FPS es una medida orientativa pero no infalible. Además, no se debe olvidar el rango o espectro de radiación que las cremas protectoras cubren. Una crema de amplio espectro cubre contra aproximadamente el 93% de las radiaciones ultravioleta UVA, pero cuanto mayor sea el FPS más amplitud de protección tendrá.
Así, un filtro solar de índice 15 protege en un 93% de los rayos ultravioleta, mientras que los de FPS 30 protegen en un 97%, los de FPS 50 protegen 98%. Debido a ello, una persona del fototipo IV que se aplique una crema con FPS 10, en realidad estará bastante desprotegida, por lo que en verano los dermatólogos recomiendan como mínimo usar cremas con FPS 30 y FPS 50 para la cara y zonas sensibles.
Hay cremas en cuyo etiquetado pone ‘amplio espectro’ y otras que indica ‘muy amplio espectro‘. La diferencia entre ambas está en que a los rayos UVA se añade protección también contra los ultravioleta de tipo B o UVB. Si bien la UVA es la que puede provocar mutaciones en el ADN y por tanto melanomas, la UVB sería menos energética, pero la responsable del bronceado y las quemaduras del sol, es decir las lesiones directas.
Si bien se discute si la distinción entre rayos UVA y UVB, y por lo tanto entre clasificaciones de espectros de protección, es una estrategia de marketing para subir el margen añadido a los productos cosméticos, los dermatólogos recomiendan cremas que protejan el máximo en porcentaje total de rayos ultravioleta.
El envase de una crema es importante en cuanto a que debe protegerla del calor y la radiación, de modo que dure más tiempo en óptimo estado de conservación, así como que la haga transportable y cómoda de almacenar. También en el modo de aplicación, que puede ser más o menos eficaz y además puede aprovechar al máximo las dosis contenidas.
Se recomiendan por su conservación envases de cristal, aunque no son cómodos de llevar. También deben ser opacos, ya que protegen del calor, que descompone la emulsión cremosa y hace que su aplicación sea defectuosa.
Por otro lado deben permitir aprovechar al máximo la crema que contienen, y en este sentido los mejores dispensadores son los ‘airless’, que implican un envasado al vacío que impulsa hasta el último resto de crema al exterior. Para el cuerpo puede usarse un dispensador de spray, pero en la cara, el cuello y las orejas se recomienda la aplicación manual de emulsiones cremosas.
Esperamos que estos consejos os sirvan de ayuda para disfrutar de vuestras sesiones de playa, mar y surf y si deseáis más información acerca de la salud del surfista en todos sus aspectos os recomendamos una visita a nuestro apartado de salud surfera. ¡Y buenas olas al sol!
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