Aquello que parecía solo un “fake” de regreso al futuro, no se aleja de la realidad. De la mano de LEXUS viene el auténtico hoverboard.
Para esta maravilla solo han hecho falta más de un año de trabajo, miles de pruebas, excelentes ingenieros y una buena inversión. Un patín que levita gracias al magnetismo y unos superconductores. Un skatepark que necesita placas de metal para hacer ripar la tabla. Un duro trabajo que ha hecho real el sueño de miles de niños.
El humo que sale de la tabla no es solo para darle más efectos a la tabla (que lo hace), sino que se trata de nitrógeno líquido necesario para rebajar la temperatura de los superconductores.
Un producto que desafía las leyes de la gravedad y que difícilmente podrá llegar al consumidor medio pero que al menos nos ha permitido soñar con tener un skate como el de McFly.