Como muchos estas últimas semanas hemos añorado las olas. Y entre todos los que haceres uno de los que más he podido disfrutar es hablar con aquellos amigos que tenemos lejanos y hacía tiempo que no hablábamos con ellos. De este modo pude hablar con Marcelino Mora o Machi para los amigos. Un auténtico surfista, de los que el surf significa algo más que un deporte y es difícil de expresar el que, pero aquí nos trae sus pensamientos sobre lo que puede significar en nuestras vidas.
Una carta al surf por Machi Mora:
Creo que este video llega en el momento justo, en un día bajito de esta puta cuarentena, para recordarme lo que es felicidad. Hace tres años querer publicar mis escritos hubiese sido impensable para mí, ahora es necesario. Hace no demasiado, tuve un pequeño punto de inflexión, un referente para mí, que lleva muchos años acompañándome, me dio una pequeña clave para este tortuoso camino que a veces no sabía cómo enfrentar.
Fue así, yo, le di las gracias por exponerse de esa manera tan franca, ya que ha servido como aliento muchísimas veces en esos días que el peso sobre los hombros se moja y pesa más de lo que podemos soportar. Decir ¨siempre¨ lo que se piensa o se siente o asumir los errores cometidos ante la gente, conlleva el riesgo de que te juzguen, de que no lo entiendan, o solamente el simple hecho de sentirte expuesto y semidesnudo.
Él se sorprendió con lo que le dije, y yo, me sorprendí con su respuesta.
Le cogió desprevenido, no porque no supiera que responder, sino porque era algo que para él ya era viejo y absurdo, pero sabía bien de lo que le hablaba, a su cara de sorpresa indiferente y comprensión le acompañó un:
que más dará tio, si nos vamos a morir todos igual.
Cuanta verdad y cuanta sencillez en la forma de expresarlo tenía, no titubeó. Una respuesta certera, curtida por las verdades y fortunas que por esta actitud tan valiente, había alcanzado. Esto me dio la fuerza necesaria, para reconocer todos mis rincones, y desde entonces, aprendí a defender mi visión, a proclamar lo que soy y darle importancia solo a las palabras que salgan de los corazones que quiero y de los que me quieren.
Todo esto viene porque, al ver este video andaba melancólico y al verlo me ha inundado la felicidad, y claro echando la vista atrás siempre he escrito sobre las cosas que más quiero o que más forman parte de mí. Como el amor o esa extraña y esperanzada manera de ver la vida que, por mis cojones, la vida, no me va a quitar. Muchos de estos fragmentos se perdieron, otros los atesoré lejos de las miradas de ojos curiosos con ansias de juzgar. Y ahora pienso, que nunca he escrito sobre lo que es el surf para mí, porque creería que mi pasión, se convertiría en una actividad banal.
Aquel día que conseguí auparme en aquella primera ola, que a día de hoy es de los recuerdos más nítidos que conservo. No podía imaginarme hasta qué punto llegaría a formar parte de mi vida, de mi persona, de mi espiritualidad y de mi disciplina.
Lo recuerdo como si fuera ayer, no me llamaba mucho la atención ese deporte, pero una tarde de verano, mis amigos querían meterse y yo fui con ellos, con una tabla destartalada de mi hermano con la que no conseguía apenas remar. Recuerdo el buen rato y las risas en el agua, aquellas risas que parece que el reflejo del sol en el mar las hace más brillantes, más risas.
Recuerdo también mi frustración de no coger ninguna ola y recuerdo gracias a quien la cogí, con esa tabla que me dejó, gigante, indestructible. Eso era otra cosa, y sin pensarlo remé mi primera ola y sin darme cuenta me había puesto de pie, y ahora surcaba esa superficie verde y cristalina donde se entreveían perfectamente aquellas rocas, aquellas en las que solía coger cangrejos.
Es una imagen, que conservo completamente nítida. Ese día supe el impacto que tuvo en mí, pero jamás imaginé todas las cosas buenas que esa pequeña ola traería a mi vida.
Lo primero la diversión, es el deporte más divertido que he probado, esos segundos en la ola, no son comparables a nada que haya probado. Eres tú y tu tabla en un entorno cambiante, deslizándote por una cosa que está viva, que cambia y avanza, poniendo a prueba no solo tu habilidad sino también tu capacidad de adaptación para aprovechar al máximo unos pocos segundos sobre una ola que jamás volverás a surfear.
Sobre esto, es absurdo escribir, todo el que lo haya probado, sabe de lo que le hablo y en mis palabras, siento que pierde verdad. Solo recalcar que es el único deporte de tabla que se hace sobre una superficie en continuo cambio y avance, como la vida misma, ¿no?
Otro gran factor que agradezco es la disciplina que trajo a mi vida. Una disciplina que trasladé del agua a todos lo ámbitos de mi vida y que a día de hoy me ha permitido conseguir las metas que me he ido poniendo. Porque si, el surf, es más que esos segundos en la ola y la cerveza de después.
También son esos momentos en los que estas remontando y no paran de caer olas que no te permiten avanzar, pero tu sigues, pase lo que pase, sigues. Aprendes a mantener la calma y a seguir, en algún momento va a parar de bombear y entonces tu seguirás ahí, remando, imperturbable sin hacerle demasiado caso a tu cabeza, metes un brazo tras otro, hasta que el mar en su infinita impasividad permite que entres.
Porque sí, cuando el mar no quiere, no quiere y punto, y sino atente a las consecuencias de tu apuesta. Para mi este proceso de remontar al pico, es como la vida, los revolcones no son más que los guantazos que te da la vida.
Y lo único que va a importar es tu actitud, la actitud de seguir pase lo que pase.
En general, y me meto ya en la espiritualidad que en esta práctica he encontrado, concibo el mar como la vida misma, un entorno cambiante e impasivo, capaz de los más dulces regalos y de las más dolorosas angustias, que en gran parte va a depender de factores que no puedes controlar, pero el factor determinante, es siempre, tomar la decisión correcta, en el momento correcto, lo cual últimamente considero, la verdadera inteligencia, timing.
Otra enseñanza esencial que he aprendido, es que cuando las cosas se ponen chungas de verdad, la realidad es que estas tu solo. Cuando te lleva la corriente hacia los acantilados o cuando te estas peleando contigo dentro de ti. Estás tú solo y solo va a depender de ti el desenlace, te pueden gritar desde la orilla o intentar remar contigo, pero solo vas a conseguir salir por tus propios medios. Eso es algo que más tarde o más temprano todos nos damos cuenta.
A grandes rasgos, surfeo porque me gusta la vida que me hace llevar, porque me gusta surfear, por la gente que me ha brindado, por los sitios y culturas que conozco. Por las sensaciones que atesoro, por los atardeceres, por los amaneceres, por los ratos esperando a la mareas. Por el nerviosismo de la noche antes de un buen parte. Porque me mantiene en forma y porque sé, que pase lo que pase, podré volver a ese punto geográfico favorito. Donde siempre me he sentido un afortunado y donde todo lo demás parece lejano, llegando disipado entre las olas, el viento y las gaviotas.
Y ahora, ¿Por qué escribo esto? creo que porque estaba buscando una respuesta que no llegaba, que no sabía. Que es básicamente, mantén la calma y sigue remando, conoces muy bien el terreno y te conoces muy bien a ti mismo. Mantén la calma y sigue remando hacia donde quieres ir. Y si no sabes donde quieres ir, mantén la calma y rema para salir de donde no quieres estar.
En definitiva rema, joder, no pares de remar, porque esto es la vida, y si no remas serás solo un alga muerta a la deriva de las corrientes y no, tú, no. Tú, jamás.