TEXTO IGNACIO GARCÍA MERA
En la Federación Española de Surfing la preocupación por el estado ambiental de nuestros espacios deportivos naturales forma parte del trabajo federativo. En esta ocasión, Ignacio García, uno de los responsables del área de medioambiente y ordenación, nos acerca a un problema al que se enfrentan las rompientes de Tapia de Casariego; Para intentar proteger una zona de Surfing tan importante para nuestro deporte como lo es la de esta zona asturiana. Que corre un gran riesgo debido a una explotación minera de oro.
Cualquier surfista nacional con algo de recorrido conoce esta zona asturiana por su importancia en la estructura territorial del Surfing español. Ya sea por su relevancia en nuestra historia del deporte, gracias al asentamiento a partir de 1968 de los australianos Robert y Peter Gulley, por el trabajo de las escuelas de la zona, o por la realización de 29 ediciones del Goanna Pro, campeonato que ha pasado por diferentes ligas realizadas en España desde entonces y que se ha convertido en cita ineludible para cualquier competidor.
Sin embargo, no todos los surfistas nacionales con algo de recorrido conocen cual es la situación a la que se expone esta importante zona de Surfing. Y lo que supondría la ejecución del Proyecto de Explotación del Yacimiento de Salave. Algo sobre lo que estas líneas intentarán aportar información desde lo que se entiende por responsabilidad social deportiva.
Esta historia viene de tiempo atrás, casi desde la época castrense, cuando el hombre se interesa por la extracción del oro. La historia y estructura geológica de esta parte de Asturias propicia un afloramiento de granodiorita, roca que alberga el metal preciado. Y prueba de ello son las Lagunas de Salave o Lagos de Silva, restos de las antiguas minas romanas. Que mediante el desvío con canales del Río Porcía practicaron el “ruina montium” para mover 4 millones de metros cúbicos de tierra.
Avanzando rápidamente hacia la actualidad, en septiembre del año pasado se publica el último proyecto que intenta realizar una explotación del yacimiento de Salave. Y decimos el último porque desde los años 60 se han realizado más de 62 km de sondeos; Mientras que desde el 2005 van tres intentos fallidos, ambientalmente, para intentar explotar la zona.
Este tozudo interés se justifica porque probablemente estemos hablando de uno de los depósitos de oro más importantes de Europa, unos 34.000 kg de oro, que se traducen en, aproximadamente, 1700 millones de euros al precio actual; Así revolotean estas empresas sobre Tapia como moscas para sacar un importante beneficio empresarial. Qué según ellos, aportaría unos cientos de puestos de trabajo con una fecha de caducidad de apenas 10 años.
La premisa por parte de la empresa Black Dragon Gold en este nuevo proyecto es; “El compromiso de alcanzar el nivel de riesgo cero para el medio ambiente a largo plazo”; Y al leer esto uno no sabe si reír, llorar, poner cara de tonto o sacar un emoji que intente representar gráficamente no se qué estado de ánimo. Esto, como bien se dice en nuestra cultura popular, es como intentar hacer una tortilla sin romper los huevos.
El primero a largo plazo, y más que evidente, es el impacto paisajístico, como las cicatrices de las actividades mineras romanas de hace 2.000 años. Que en el caso de del proyecto actual hablamos de casi 90 ha repartidas entre instalaciones y zona a explotar que generarán 1.660.000 m3 de terreno removido.
El segundo, el más preocupante, es el impacto ecológico; Que aunque tomen las medidas más innovadoras del sector es imposible evitar vertidos de arsénico, cadmio, cobre, níquel, plomo, selenio o zinc. Muchos de ellos metales bioacumulables en la cadena trófica. Lo que significa que todas las especies de la zona no serán capaces de asimilar o transformar estos elementos acumulándolos durante esos 10 años cada vez más en sus tejidos.
Y haciendo que los seres vivos que estén en la cúspide de esta cadena sean los más perjudicados, o sea nosotros, detonando en un futuro problemas de salud como el cáncer.
Estos vertidos se introducen en el medio por dos vías; Una sería el emisario submarino que está previsto construir con el proyecto, que vertería al mar de manera constante toda el agua de bombeo necesaria para rebajar el nivel freático (agua que contiene metales pesados) y muy posiblemente aguas y lodos del proceso. Y otra a través de la red hídrica de la zona.
Esta última es como el sistema circulatorio de un territorio, son las venas que canalizan el agua que circula por la superficie terrestre. Donde las grandes arterias son los ríos, y las venas y los capilares son los cauces, regos, acuíferos, flujos subterráneos y cualquier forma de drenaje de agua en cualquier parte de superficie que lo permita.
Y, ¿Cuáles son las zonas donde convergen estas dos vías emisión?, pues principalmente las zonas de acumulación litoral, o sea las playas, nuestros espacios deportivos, y en este caso la Playa Grande de Tapia.
Además de estos impactos también se producirán impactos sonoros, por la actividad de extracción y tratamiento del material. También culturales, por la pérdida de yacimientos arqueológicos en la zona.
Y desde luego económicos, cuando pensamos en la pesca, donde la zona presenta una certificación de MSC de pesca de pulpo y percebe sostenible y artesanal, en la ganadería y la agricultura, también de índole ecológica. En el turismo de carácter rural y sostenible; O en las actividades deportivas como el Surfing con un tejido empresarial consistente a través de escuelas de Surfing, alojamientos y eventos.
¿Cómo se pueden compaginar estas actividades, de una clara visión a largo plazo, con la extracción minera?, ¿cómo encajan los Objetivos de Desarrollo Sostenible que promulga Europa y el resto de países que los firmaron con este proyecto?, ¿Oro o Territorio?
Pues todo esto se agrava mucho más cuando se consulta la evaluación de impacto ambiental del proyecto. En esta se presentan una serie de datos que, por un lado son erróneos, y por otro no están actualizados. Empezando por la ubicación del punto de emisión del emisario submarino. Que lo presentan a 800 m de la costa cuando realmente está previsto hacerlo a unos 440m.
Siguiendo por las contradicciones en el tipo de aguas vertidas al mar, o utilizando datos de oleaje del año 2011 para la modelización de la dilución de los vertidos en el mar. Cuando a 2022 se ve claramente que las tendencias de los oleajes se han modificado sensiblemente en el último periodo de referencia climático.
A día de hoy este proyecto ha recibido varias alegaciones, entre ellas las de la Federación de Surf del Principado de Asturias apoyadas por la FESurfing, junto con las alegaciones de muchas asociaciones y entidades afectadas con las cuales hemos firmado un manifiesto de oposición a este proyecto.
Estamos a la espera de alguna respuesta, y aunque la situación no parezca que vaya a ser la mejor. Seguiremos colaborando para aportar información al respecto, y sobre todo para intentar proteger una zona de Surfing tan importante para nuestro deporte como lo es la de Tapia de Casariego.