Y es que es difícil negarlo, porque durante esos días perfectos, como en los del vídeo, no podría afirmarse otra cosa.
Si juntamos una ola perfecta con algunos de los mejores surfistas del planeta la ecuación es limpia; un surf impecable. Nada podría mejorarlo salvo el poder estar también dentro del agua y que los tiburones no fuesen curiosos de más.